Tres poderosas escrituras comparecen cruzando los horizontes epistémicos de la literatura chilena, desde el realismo y los ensayos vanguardistas de Marta Brunet, los destellos surrealistas de José Donoso y la postvanguardia que quiebra las líneas temporales y espaciales con el fragmentarismo propio de la escena narrativa de Diamela Eltit. Las políticas textuales que ensayan estos textos, instalan la pregunta por el lugar, por la pertinencia del territorio y por el sitio en que los cuerpos del dominador y el dominado intersectan sus cartas de choque. Explosionando así la convulsa y frágil zona del margen, y el sujeto como huella, que cae recostada en el silencio del mundo chileno popular. Las ficciones del muro nacen como tributo a la desarrapada casa chilena, que se levanta para sostener su poética a la intemperie del latifundio, en las piezas de atrás o en las sobras del capitalismo salvaje. Son esa ruina mental, ese significante que oscila en la memoria como insistencia, trauma, o secreto de ruinas y de historias esfumadas o desaparecidas. Eugenia Brito