Alguien camina sobre tu tumba

mi idea de belleza, que es turbia y pálida y elástica, oscura y azul, un poco moribunda, pero alegre, más atardecer que noche.

Aquí no hay nada. Solo polvo y huesos. Nada

finales; pero la muerte mexicana, una muerte vital, un canto a la vida, sublimada en los sacrificios, no nos trataba como hombres, sino como dioses

finales; pero la muerte mexicana, una muerte vital, un canto a la vida, sublimada en los sacrificios, no nos trataba como hombres, sino

En Australia hubo trescientas lenguas aborígenes diferentes. Yo sé el nombre de apenas uno o dos pueblos. También sé que, salvo excepciones, los aborígenes son todavía los pobres y los marginales de este país, uno de los más ricos del mundo

miedo perturbar.

Se cree que bajo el pasto hay enterrados entre 370 y 400 aborígenes; cinco fueron ahorcados en el Quad; los demás murieron en accidentes —algunos se ahogaron—, pero la mayoría no soportó las enfermedades infecciosas

Cuando fue rey, dos años después del crimen, dijo que se había casado en secreto con ella, la hizo sacar de la tumba y la sentó en el trono. La corte tuvo que besar su mano muerta. Parece que esta locurita de amor del rey no está documentada, que sería una leyenda, pero me gusta y la creo.

Más que cementerio, es una capilla católica decorada por huesos de, se cree, 700 000 personas. Bellamente decorada.

«Donde se pueda leer su epitafio». Donde quedan el nombre y la fecha, una voz que dice: estuve, fui. A lo mejor ya nadie sabe mi nombre, pero alguna vez alguien me recordó.

El ataúd de Marta Taboada iba sobre una cureña, cubierto con un paño blanco y rodeado de claveles. Era —es— un ataúd bellísimo, un alhajero; una urna, mejor dicho.