María Pilar Queralt Del Hierro

Las Damas Del Rey

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Escondidas tras los mitos de sus hermanas Juana la Loca y Catalina de Aragón, reina de Inglaterra, Isabel y María son, posiblemente, las más desconocidas de las hijas de los Reyes Católicos.
Sin embargo, ambas compartieron trono con uno de los monarcas más importantes de su tiempo Manuel I de Portugal, bien llamado el Afortunado. Auténticos pilares de la corona, gracias a la política matrimonial de los Reyes Católicos, Isabel, María, Juana y Catalina fueron también cuatro mujeres de carne y hueso que se sometieron resignadas a su papel de peón de los intereses políticos de sus padres. Y otro tanto le sucedió a Leonor la refinada princesa flamenca, hija de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, moneda de cambio al servicio de su hermano el Emperador Carlos V.
Pero no son las únicas protagonistas. Las cartas que Isabel y María cruzan con sus hermanas, Juana y Catalina, o las que Leonor dirige a su tía Margarita de Austria, gobernadora general de los Países Bajos, se convierten en el vehículo idóneo para conocer no solo el trágico destino de las hijas y nietas de los Reyes Católicos, sino para recorrer los intrincados caminos de una Europa que se abría a nuevos territorios, se debatía en la controversia religiosa iniciada por Lutero, y se disponía a encarar una nueva era.
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243 páginas impresas
Publicación original
2012
Año de publicación
2012
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Citas

  • Yatzel Roldáncompartió una citahace 5 años
    Mi esposo y yo estamos a punto de incorporar el reino de Granada a la corona de Castilla, con lo cual el territorio peninsular será uno y cristiano. Por su parte, Aragón frena al turco cuando extiende su pabellón hasta el último rincón del Mediterráneo. Y todo se hace a mayor honra de Dios y con el fin de mantener a raya al infiel. Cuatro hijas me dio Dios, os lo repito, y a su servicio las pondré si consigo que matrimonien con cuatro príncipes cristianos
  • Yatzel Roldáncompartió una citahace 5 años
    Por eso, madre y señora mía, vuelvo a Castilla. Quiero olvidar Sevilla y sus aromas; quiero alejarme de la fragancia de las frondosas vegas portuguesas; de las paredes que albergaron mi felicidad; de mis sueños rotos... Necesito que la Castilla que me vio nacer fortalezca mi alma, que su aire limpio y fino la purifique, y que su cielo siempre raso me libre de las brumas que nublan mis sentidos
  • Yatzel Roldáncompartió una citahace 5 años
    No puede agradar a Dios tanta entrega a un hombre; no es propio de un alma cristiana anteponer los placeres de la carne a los del espíritu y yo, madre, me rompía en deseo entre sus brazos

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