«Incluso mis rebeliones estuvieron iluminadas por la luz. Fueron casi siempre, y creo que lo puedo decir sin engañar a nadie, rebeliones para todos, y para que la vida de todos se elevara hacia la luz.»
Porque escogió la rebelión antes que la revolución, Albert Camus (1913–1960) nos dejó una obra que es toda ella franqueza y «afirmación visible», iluminada por el sol de su Argelia natal. Siempre a la escucha de los acontecimientos de su época, no olvidó jamás recordarle al hombre sus verdaderos valores. Actor de su tiempo, tampoco dejó de narrar la belleza del mundo. Ensayista, dramaturgo, novelista y periodista, en 1957 recibió el Premio Nobel de Literatura. Portador de un humanismo sin trampa ni cartón, creyó en el poder de la verdad. Razonó con el corazón, pero no por ello dejó de cultivar una conciencia exigente.
Rechazando todos los dogmas, defendió la inocencia del hombre y un mundo solidario. En pocas palabras, Camus es, más que nunca, nuestro contemporáneo necesario, y su obra nos habla del presente.