Penelope Ward

Querido hermanastro

Avisarme cuando se agregue el libro
Para leer este libro carga un archivo EPUB o FB2 en Bookmate. ¿Cómo puedo cargar un libro?
  • charlyflores1068compartió una citahace 5 años
    Lo que demuestra que no siempre podemos elegir el momento en que la realidad de una pérdida nos va a afectar. A veces, es algo predecible, pero otras sucede en el lugar que menos lo esperas
  • Valentina Bernalcompartió una citael año pasado
    Capítulo final: Verdadero romance
  • Valentina Bernalcompartió una citael año pasado
    —No sabía lo que era el amor hasta que te conocí, Greta, no solo darlo, también recibirlo. Te quiero tanto. Por favor, dime que te casarás conmigo.

    Me cubrí la cara por la sorpresa.

    —Lo haré. ¡Sí! ¡Sí!

    En la habitación todos se pusieron a aplaudir. Sully ya debía de estar al corriente, porque descorchó una botella de champán.

    Cuando Elec me puso el anillo en el dedo, exclamé:

    —Elec, es el anillo más bonito que he visto en mi vida, pero no puedes permitirte algo así.

    El diamante era al menos de dos quilates, y con pequeñas piedras que rodeaban el anillo de oro blanco o platino.

    Elec se levantó y pegó su nariz a la mía.

    —Es el anillo que Patrick le dio a Pilar hace tantos años. El dinero no era problema para él. Mamá dejó de llevarlo cuando Patrick murió, pero no quiso desprenderse de él. Lo ha guardado todo este tiempo. Yo ni siquiera sabía que existía, pero me lo enseñó poco antes de que me mudara aquí contigo. Y yo le pregunté si me lo podía quedar, porque supe que algún día sería para ti. Me lo dio, aunque espero poder pagárselo algún día. Este anillo simbolizó durante mucho tiempo todo el dolor que ha sufrido mi familia, pero ya no lo veo así. De no ser por lo que pasó, nosotros no existiríamos, y no quiero ni pensarlo. Este anillo es un indestructible haz de luz que ha iluminado todos los momentos oscuros de mi pasado. Me recuerda tu amor por mí. Es el anillo que te corresponde.
  • Valentina Bernalcompartió una citael año pasado
    Greta:

    Estas Navidades serán las mejores de mi vida.

    Por ti… yo: Estoy agradecido. Soy feliz.

    Me siento realizado.

    Estoy en paz.

    Espero con entusiasmo el futuro.

    Estoy enamorado.

    Por ti, estas Navidades… yo:

    Am Merry.

    Am Merry.

    Al principio no me di cuenta, hasta que vi que se ponía de rodillas y se metía la mano en el bolsillo.
  • Valentina Bernalcompartió una citael año pasado
    Necesito explicarte una cosa.

    — Vale…

    —Esta noche, cuando estábamos en el callejón y me pediste que no volviera con Chelsea, me ha afectado. Hay una parte de ti que no acaba de creerse que esto es real y sigues traumatizada por el hecho de que en el pasado te dejé. Cuando te

    oí antes me di cuenta del daño tan grande que te hice, de lo mucho que me queda por compensarte.

    —Estaba especialmente sensible en ese momento, y sobre todo después de haber pasado el día leyendo tu libro. Tenía los sentimientos a flor de piel, incluido el mayor de todos.
  • Valentina Bernalcompartió una citael año pasado
    Cuatro velas parpadeaban a nuestro alrededor cuando nos sentamos en la cama hacia las cuatro de la madrugada para darnos el uno al otro helado de una tarrina de Ben & Jerry’s.

    —Bueno, entonces, ¿cómo has sabido dónde encontrarme esta noche?

    —Cuando me mandaste el mensaje para decir que ya habías terminado, estaba sentado en el Starbucks que hay en la esquina de esta calle. Subí enseguida, porque supuse que era aquí donde estabas leyendo. Quería presentarme sin avisar y darte una sorpresa. Esperaba que me abrieras. Y esa… persona… me dijo que era tu hado madrino, se acercó y me dijo: «Alec, ¿verdad? Te reconocería en cualquier parte por la descripción de Greta. Sabía que volverías a por ella, tonto del culo.»

    —¿Lo dices en serio? —Me eché a reír—. Sully. Y de verdad que es un poco como mi hado madrino.

    —Supongo que sabes que tu hado madrino tiene el paquete más grande que yo, ¿verdad?

    —Lo sé. Pero es algo de lo que no hablamos.
  • Valentina Bernalcompartió una citael año pasado
    —Aquí nadie nos verá —dijo Elec, y me apoyó con suavidad contra la pared de ladrillo—. Me muero por hacerte salir de tu zona de seguridad.

    Mi pecho subía y bajaba por la excitación de no saber exactamente lo que me iba a hacer. Lo que sí sabía es que no pensaba detenerle. Iría a su encuentro felizmente ignorante. Y algo temblorosa.

    —¿Estás nerviosa? No tengas miedo.

    —Solo estoy excitada. Ha pasado mucho tiempo.

    —Tu cuerpo me recordará.

    Elec me bajó la parte de arriba del vestido y mis pechos quedaron al descubierto. Me echó el pelo hacia atrás con delicadeza, y entonces me sujetó el cuello mucho menos delicadamente. Pero me gustó. Bajó la cabeza y se puso a mordisquear.

    —Este jodido cuello… casi fue mi ruina… no hay cosa que me guste más que tu cuello —dijo mientras chupaba y gemía, haciendo resonar sus palabras contra mi piel—. Casi puedo oler tu deseo, Greta. —Dejó una mano ahí y con la otra me pellizcó un pezón—. Mira lo duros que están. Creo que nunca he visto tus pezones sin estar duros como piedras por mí. Ojalá pudieras verte la cara. Incluso en la oscuridad, noto el tono rosado de tus mejillas. No te imaginas cómo me pone saber que tengo ese efecto en ti. Y quiero que sepas que nunca he deseado nada tanto como reclamar cada palmo de tu piel. Y eso es lo que voy a hacer. ¿Te parece bien?
  • Valentina Bernalcompartió una citael año pasado
    —Tengo millones de preguntas. ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Cómo me has encontrado? ¿Cómo…?

    —Calla, Greta.

    Su boca caliente envolvió mis labios y atajó cualquier posible pregunta. Me besó con abandono, implacable. Si tenía alguna duda sobre el punto en que estaban las cosas entre nosotros, el toque posesivo de su beso, la forma en que pegaba su cuerpo al mío, la resolvieron.

    Aquel beso contestó a muchas cosas sin necesidad de que dijéramos nada. Su lengua azotando la mía, los sonidos guturales que brotaban de su garg anta… era la primera vez desde que le conocía que lo sentía en mis huesos: Elec era mío. Todas las reservas del pasado, cada pequeño jirón que nos había estado frenando, todo había desaparecido.

    Yo aún no conocía toda la historia, no sabía por qué de pronto estábamos en aquel punto, pero tampoco sé si eso importaba.

    Mis dedos pasaron entre su pelo con desesperación y lo abracé con fuerza.

    No vuelvas a dejarme nunca, Elec.

    Los dos seguíamos inmersos en nuestro pequeño mundo particular, a pesar de toda la gente que teníamos a nuestro alrededor, bailando, chocando contra nosotros. Elec susurró algo contra mis labios, con la frente apoyada en la mía.

    —Estaba esperando a que terminaras el libro para poder venir a ti. Ese era el plan.

    —¿Has estado en Nueva York todo el tiempo?

    —Ya estaba en Nueva York cuando te lo mandé.

    —Oh, Dios. —Hundí la cara en su pecho y saboreé su olor sin sus cigarrillos. Lo miré e hice la pregunta, tenía que hacerla, aunque era obvio—. ¿Has roto con ella?

    Él asintió.

    —Pero el final… —seguí diciendo yo—. Decías que ibas a hacer lo correcto. Pensé que…

    Él me hizo callar con un nuevo beso y luego habló:

    —Ya supuse que pensarías eso. Pero lo correcto era… admitir que nunca podría amarla plenamente si mi corazón latía con más fuerza por otra. — Sus manos me sujetaron el rostro—. Mi corazón no ha callado desde que te vi aquel día en el jardín. Y al final le he hecho caso. Solo necesitaba un poco de tiempo para aclarar mis pensamientos y entender qué quería realmente.
  • Valentina Bernalcompartió una citael año pasado
    Lo he terminado. Gracias. Ha sido un viaje asombroso. Me halaga que me hayas pedido que lo lea. La historia de tu familia me ha dejado anonadada y me ha ayudado a entender muchas cosas. Siento que tuvieras que pasar por algo así. Ahora entiendo muchas cosas, y entiendo por qué has terminado la historia donde lo has hecho.

    Mierda.

    Estaba llorando, y tenía que volver a la fiesta con mis amigos.

    Me sentía totalmente desolada, y decidí que el resto de la noche me esforzaría por olvidarle de una vez por todas.

    «Ayúdame a ahogar las penas», recuerdo que me dijo en el casino. Bien, pues eso era lo que necesitaba yo en ese momento.

    Mis amigas estaban en la pista de baile y me llamaron a gritos cuando me vieron. Me arrastraron con ellas y estuvimos bailando al menos durante una hora. Cuanto más pensaba en Elec, con más empeño meneaba las caderas y sacudía la cabeza, hasta tal punto que debía de parecer que me había electrocutado. Me dejaba llevar por la música, no quería parar lo bastante para sentir las dolorosas emociones que sus palabras me habían provocado. Desde luego, no quería aceptar que Greta Hansen había quedado fuera del libro de su vida.

    Media hora después, mi móvil vibró.

    ¿Cuál es tu teoría sobre el motivo de que haya terminado así mi libro?

    Aquello me dejó pasmada. Para evitar perder los nervios en la pista de baile,

    seguí bailando como si no hubiera pasado nada. No quería que mis amigas pensaran que pasaba algo.

    Meneé el culo y tecleé.

    Greta: Creo que no querías herirme. Y que lo que pasa después ya no tiene nada que ver conmigo.

    Elec: ¿Estás segura de eso?

    Greta: ¿De qué hablas?

    Elec: Deja de menear el culo un momento y a lo mejor te lo digo.

    ¿Cómo?

    Antes de que pudiera darme la vuelta, el contacto de unas manos fuertes que me sujetaron los lados del vestido desde atrás hizo que me parara de golpe. Se deslizaron lentamente por mi cintura y se posaron en mi culo con una total seguridad. Esa manera de cogerme. Ese olor. La forma en que reaccionó mi cuerpo al momento.

    No, no podía ser.
  • Valentina Bernalcompartió una citael año pasado
    La salida fue una tortura. Tenía que controlar los celos, y mantenerme al margen mientras veía a aquel capullo ponerle las manos encima. Por otro lado, Victoria, la amiga de Greta, no dejaba de babearme, y a mí ella no me interesaba nada. Yo lo único que quería era llevar a Greta sana y salva a casa, pero la noche dio mucho más de sí de lo que pensaba. Antes de que acabara, casi mando a Bentley al hospital, porque me contó que había apostado con el ex de Greta a que podía desvirgarla. Me puse como un energúmeno. Nunca en mi vida había sentido una necesidad tan fuerte de proteger a nadie.

    Al día siguiente Greta me devolvió el favor.

    Randy había entrado hecho una furia en mi cuarto y me estaba poniendo a parir como siempre. Ella lo oyó y vino a defenderme como no me había defendido nunca nadie. Y aunque fingí que estaba demasiado borracho para recordarlo, me aferré a cada palabra, hasta que lo echó de mi cuarto.

    Cuando lo pienso, creo que ese fue el momento en que me enamoré de ella.
fb2epub
Arrastra y suelta tus archivos (no más de 5 por vez)