El hombre, grano de arena arrojado al infinito por una mano desconocida, pobre insecto de débiles patas que, al borde del abismo, quiere agarrarse a todas las ramas, que se apega a la virtud, al amor, al egoísmo, a la ambición, y que hace virtudes de todo ello para sostenerse mejor, que se aferra a Dios, y que se debilita todos los días, afloja las manos y cae...