Louis Vullion tiene una doble vida: la externa es la de un abogado acomodado y con bufete. La subterránea es la de un psicópata controlado por su vesania, sus impulsos sádicos de dominio y destrucción. Por eso no puede detectarse ningún móvil en sus asesinatos: él mata por placer, para asistir y disfrutar sexualmente el momento en el que la víctima expira entre el dolor y la incredulidad. Lúcido en su locura, siempre deja sobre el cuerpo de sus víctimas una nota en la que va revelando, paso a paso, las reglas de su mortífero actuar. El detective Lucas Davenport, encargado de su captura, solo puede enfrentarse a él obligándole a romper sus reglas. Ello exige empeño y perseverancia. Y un intenso ejercicio de autodominio en un Davenport que también tiene sus problemas personales.
