La Restauradora

Qué pronto se marchita esta hermosa rosa.
Liberada de congoja,
aquí yace, y eternamente reposa.

Sobre su tumba silenciosa,
las estrellas de medianoche quieren llorar.
Sin vida, pero entre sueños,
a esta niña no pudimos salvar

—No todo el mundo puede verlos —continuó—, pero los que sí podemos debemos tomar ciertas precauciones para proteger a los que nos rodean. La primera y más importante es la siguiente: jamás admitas que has visto un fantasma. No los mires, no les hables, no permitas que huelan tu miedo. No reacciones ni siquiera cuando te toquen.

—Porque si hay algo que desean los muertos es volver a formar parte de nuestro mundo. Son como parásitos; nuestra energía los atrae y se nutren de nuestro calor. Si descubren que puedes verlos, se aferrarán a ti como una plaga de pulgas. Nunca podrás librarte de ellos. Y tu vida jamás volverá a ser igual