Las cavidades

Va a ser una cicatriz bonita

Es un cuerpo desesperado, porque, si hay algo triste en el mundo, es la idea de un cuerpo que marcha a ciegas por la realidad, sin otro pensamiento que no sea el de producir mierda y leche

Las mujeres de su familia no eran tratadas como mujeres, sino como ánforas. Ánforas llenas de líquido y carne humana en construcción.

Aricia se consoló: al menos no era la primera mujer de su familia que se convertía en una cabeza errante en el espacio.

En otros lugares del mundo, una cicatriz es precisamente eso: una cicatriz, no un tajo que le recuerda a una mujer que está más cerca del concepto animal que del concepto humano cuando entra a un quirófano para dar a luz.

La mirada de una mujer que observa el estropicio del cuerpo como si fuera una pérdida más en la guerra sin fin de la vida.

si más mujeres dirigieran porno, más mujeres verían porno, ¿tú no crees?, y de paso más hombres sabrían que no todas las mujeres estamos depiladas, que no todas las mujeres tenemos orgasmos múltiples, que no todas las mujeres nos venimos nada más porque nos la metan como si nuestros cuerpos fueran de plástico, y que el clítoris no es un cuento de hadas

En las mañanas y las tardes, las dos se quedaban solas mientras Mauro hacía las cosas que solo los hombres pueden permitirse hacer luego de tener un hijo. No se insinúa aquí que haya ido en busca de amante, de una aventurilla ridícula que duraría lo mismo que el puerperio de Aricia. No se habla aquí de las básicas necesidades de la trompita de elefante de Mauro, su trompa del placer.

bebé tenía una capacidad innata para llorar, y Mauro, una capacidad innata para señalar con el dedo hacia la niña y luego hacia las tetas de la madre:
—¿No ves que tiene hambre

Hay pocas cosas en este mundo que sean menos excitantes que un hombre desnudo con las medias puestas. Hay pocas cosas en este mundo que sean menos excitantes que unas medias desteñidas y el bamboleo genital de una trompa de elefante que sí, es cierto, en ocasiones puede lucir atractiva, siempre y cuando el elefante dueño de la trompa sepa que el sagrado pastizal del que puede alimentarse, es decir, el coño del que puede alimentarse, no es su pertenencia. A