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Santa Teresa de Jesús

El libro de la vida

El libro de la Vida es el primero que escribe santa Teresa de Jesús, el más espontáneo y fresco, fiel reflejo de su personalidad y su experiencia humana y sobrenatural.

El texto está cuajado de advertencias sobre la perseverancia, sobre etapas en que se vuelve muy atrás, sobre no querer uno levantar el vuelo sólo. Y continuas llamadas a la humildad, comienzo de toda la oración y también fruto de la misma.

El libro se publicó varios años después de la muerte de Santa Teresa.
377 páginas impresas
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Opiniones

  • gracielanormacompartió su opiniónhace 6 años
    👍Me gustó
    💡He aprendido mucho
    🚀Adictivo

    Es un libro de Oro. Gracias Señor por haber puesto Este Libro en mis manos. Es el Libro de mi Vida.

  • Gracielacompartió su opiniónhace 5 años
    🔮Profundo
    💡He aprendido mucho
    🚀Adictivo

Citas

  • Ana Cristinacompartió una citahace 5 años
    Porque para caer había muchos amigos que me ayudasen; para levantarme hallábame tan sola, que ahora me espanto cómo no me estaba siempre caída, y alabo la misericordia de Dios, que era sólo el que me daba la mano.
  • fernanda solíscompartió una citahace 15 días
    Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento.
  • fernanda solíscompartió una citahace 15 días
    se puede encarecer ni decir el modo con que llaga Dios el alma, y la grandísima pena que da, que la hace no saber de sí; mas es esta pena tan sabrosa, que no hay deleite en la vida que más contento dé. Siempre querría el alma -como he dicho- estar muriendo de este mal.

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