El Mal Mundo

Afonso no quería ser el mantenido de un chulo, le repugnaba, porque oscilaba en una zona sumisa —inconsciente— atribuible a la denostada condición femenina.

La pasión amorosa absoluta no es familiar, ni continuista, ni hogareña, ni puede

Que el nombre que se le diera era cosa de poco, pero que aquello era la vida y la pequeña muerte, y algo —tremendo— que sólo un chico puede darle a otro chico

La vida en cambio, dice un poeta brasileño,nos arrastra en su caudal y nos dilapida en actos y hechos superficiales).

Si uno no sabe, al tiempo, volverse sujeto y objeto —en un vaivén que la costumbre logra— no hay amor. Sólo mando, servidumbre o espejismo.

La amistad es tan compleja como el amor. Y a veces la amistad, apasionada, guarda muchos más secretos. Una extraña pureza que queremos conservar, como un diamante en bruto. Un lingote de oro. Tan puros que no sabemos qué hacer con ellos...

—jamás— tener futuro. Nadie lo resistiría. Ni los místicos lo han hecho. Pero a nosotros la vida jamás podrá parecemos pobre, achatada o mezquina. Si tan inmenso es el espanto —y probablemente no lo conocemos del todo— a quienes regalamos el cuerpo adolescente a la absoluta pasión, con la audacia que sólo los adolescentes poseen, la vida —ocurra lo que ocurra— siempre nos parecerá limpia. Nuestra alteza mental (nuestra templanza) se salvó en la obscenidad primaria de nuestro cuerpo furioso y púber. Haber deseado hasta las uñas de sus pies, hasta sus pelos todos, me ha salvado la vida y la pureza. Aquel terror fue mi futuro, porque sin rabia no hay espíritu. La tranquilidad no llega, probablemente, sin algún rito oscuro. Sin el abismo que fructifica

es regaló, mezclada con la amistad, la avasallante pasión amorosa, que es sólo un destello, una rabia y la máscara mortal de la muerte.

Quizá sea esa la primera enseñanza de la madurez, de la amistad o del amor: la pasión y el fin, consecutivo

Que se me ocurriese —saliendo de estudiar— pasarme por el estudio (en una sala vacía, junto al salón de actos) para encontrarme con él, pensando en él sin considerarlo, eso sí sería ya tema de preguntas, que afortunadamente no ocurrieron entonces