John Connolly

Todo Lo Que Muere

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Una noche, Charlie «Bird» Parker, inspector del Departamento de Policía de Nueva York, discute por enésima vez con su mujer y sale a tomar unas copas; cuando vuelve a casa, se encuentra a su mujer y a su hija de tres años salvajemente asesinadas. Entre los  sospechosos figura el propio Parker, pero el crimen no podrá resolverse. Incapaz de superar los sentimientos de culpabilidad y expulsado del cuerpo de policía, Parker se convierte en un hombre atormentado, violento y deseoso de venganza. Cuando su ex jefe le pide ayuda para resolver el caso de una joven desaparecida, Parker acepta y se embarca en una investigación que le llevará hasta el sur de Estados Unidos, donde se las verá con el crimen organizado, con una extraña anciana que dice oír voces de ultratumba y con el «Viajero», un despiadado asesino en serie.
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566 páginas impresas
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Opiniones

  • o mcompartió su opiniónhace 5 años
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Citas

  • Haroldo Piñacompartió una citahace 3 meses
    —¿Por qué la pistola, entonces?

    —Uno de los hombres del viejo estuvo aquí hace un par de días. —Tragó saliva—. Bobby Sciorra. Quería información sobre Ollie; quería saber si yo había estado allí el día del accidente de Pili. Le contesté que no, pero no le bastó con eso.
  • Haroldo Piñacompartió una citahace 3 meses
    —¿Por qué se fugó, Emo? —pregunté con delicadeza.

    —Decía que eras buen tipo, un tipo de fiar. ¿Es verdad?

    —No lo sé. En todo caso, no quiero que Ollie salga mal parado.

    Emo me observó durante un rato y finalmente pareció tomar una decisión.

    —Fue Pili. Pili Pilar. ¿Lo conoces?

    —Lo conozco. —Pili Pilar era la mano derecha de Sonny Ferrera.
  • Haroldo Piñacompartió una citahace 3 meses
    Veinticuatro horas antes había encontrado a Emo Ellison. Emo vivía en un hotel de mala muerte en la periferia de East Harlem, esa clase de establecimiento donde los únicos huéspedes admitidos son putas, policías o delincuentes. Una pantalla de plexiglás cubría el despacho del portero, pero no había nadie dentro. Subí por la escalera y llamé a la puerta de Emo. No hubo respuesta, pero me pareció oír el sonido de una pistola al amartillarse.

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