En el momento crítico previo a su expulsión de España, la Compañía de Jesús desplegó un consciente y meditado uso de la imagen con fin adoctrinador y mnemotécnico. De acuerdo con esta estrategia y con el objetivo de obtener su beatificación, se construyó la personalidad del padre Santiago mediante palabras e imágenes –retratos o, en sus honras fúnebres, jeroglíficos que lo representaban equiparándolo a santos jesuitas— que se multiplicaron a su muerte, junto con episodios milagrosos narrados en su biografía. Se publicó entonces la que habría sido su obra póstuma, 'Las empresas de la eternidad', que Santiago habría utilizado en las prédicas de los ejercicios espirituales que dirigió para tratar del concepto de eternidad y del peligro de afrontarla tras morir en pecado. Así mismo, se estudia a los grabadores protagonistas de este despliegue icónico en la Córdoba del setecientos.