José Ovejero

Cuentos para salvarnos todos

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«… formo parte de un grupo de combate contra la soledad. Sí, señor: comando suicida dispuesto a todo. Somos nueve. Nueve ratas grises que han decidido transmitir al resto de la especie sus conocimientos adquiridos en ardua experimentación. Queremos devolver al universo la unidad perdida. Somos ratas prisioneras en una tarea de magnitud cósmica». Los autores de los cuentos contenidos en este libro deciden transformar el universo desde la literatura. Así de sencillo. Así de ambicioso. No se trata ya de que las palabras lleven a la acción transformadora, sino de que las propias palabras cambien la realidad. Hablar, escribir, para comprender la soledad, para materializarla y para destruirla. Alrededor de la soledad se construyen teorías, se imaginan mundos, se inventan argucias para eludirla. Pero la soledad es correosa, tenaz, capaz de triunfar en medio de la multitud. Sobre todo en medio de la multitud… Con una imaginación fuera de lo común, José R. Ovejero narra la historia de un empeño. Para ello inventa las situaciones y los protagonistas más diversos, desde un rey oriental que renunció voluntariamente al habla hasta una camboyana que ve cómo los jemeres rojos se llevan a su amado para matarlo o un aparentemente anodino hombre de la calle. El resultado es un singular libro de relatos que recuerda aquellos festines renacentistas en que los comensales se turnaban a desgranar cuentos. Si hay salvación, no se sabe, pero Cuentos para salvarnos todos es un severo antídoto al desaliento.
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147 páginas impresas
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Opiniones

  • martecompartió su opiniónhace 3 meses
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Citas

  • martecompartió una citahace 3 meses
    Mi primer insulto se estrelló contra su expresión de quien se sabe injustamente maltratado, pero cuya bondad le impide devolver mal por mal. El segundo resbaló contra su espalda inexpugnable. Y luego, cuando llevaba ya un rato contemplando impotente la puerta cerrada, me di cuenta de mi equivocación: estaba actuando de manera opuesta a nuestra doctrina; estaba suponiendo que mi dolor y mi rabia eran asunto mío, con lo que robaba a los demás y a mí misma la posibilidad de compartir nuestras vidas
  • martecompartió una citahace 3 meses
    Para representar una escena del Último tango me pidió mi colaboración. No nos hablamos en tres días.
  • martecompartió una citahace 3 meses
    Carlos Borromeo, sabiendo que sólo la entrada de Margarita en un convento permitiría anular el matrimonio, la fue convenciendo poco a poco para que hiciese la prueba, no de manera definitiva, sino para examinar la profundidad de su vocación. Margarita, que se sentía resbalar hacia una sima sin fondo, optó por la supervivencia: vivir retiradamente pero en este mundo sólo le ofrecía la resignación y la amargura, el recuerdo de un pasado que no llegó a consumarse. La entrada en el convento, la búsqueda de la vocación, ponía ante ella una tarea que concedía un sentido a su vida. Decidió ofrecer su sacrificio a Dios Nuestro Señor.

    Sin embargo, cuando las puertas del convento se cerraron tras ella, Margarita Farnesio prorrumpió en gritos de desesperación. Vincenzo jamás volvería a abrazarla.
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