Ricardo Aricapa, en un excepcional trabajo de reportero, a partir de voces en tercera persona y primera, la mayoría mujeres, que le han puesto el pecho a la guerra y a sus crueldades, le permite a las víctimas contar no solamente lo que sucedió, sino sus sueños, sus fracasos y efímeras felicidades. Un relato sensible, que muestra cómo los menos favorecidos, atrincherados entre fuerzas ilegales (guerrilleros y paramilitares), en un Estado incapaz de satisfacer sus necesidades primarias, siempre llevarán la peor parte en la hecatombe social colombiana.
«El miedo por aquí no se acabó sino que se transformó. Hubo un cambio de actores armados, porque junto con la fuerza pública también entraron unos grupos ilegales que nadie sabe quiénes son y a los que la gente tuvo que seguir obedeciendo y pagando vacunas».