Mariana Palova

Un segundo amor: La nación de las bestias #0 (Spanish Edition)

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  • Nayeli Cortéscompartió una citahace 2 años
    Te habían dicho que la pesadilla de Laurele se había terminado. Que la bruja por fin había muerto en el cementerio de Saint Louis y aunque te dices que lo único que quieres es escucharlo por su boca de una vez por todas, en el fondo sientes que tal vez hay otro motivo por el que quieres aventurarte a ese lugar.

    Sí. Otra vez te mentías, tal cual hiciste cuando Olivia llegó a tu vida.

    Al verte juguetear con las llaves, empapándote en la puerta de tu vehículo, un pensamiento hermoso me viene a la cabeza: tu hija te había dejado un hueco tan grande que, por más vacío que esté, tu corazón ya no puede encogerse de nuevo.

    Tal vez lo único que necesitas es algo con qué llenarlo. Quizá no con el mismo sentimiento, tal vez con algo completamente nuevo y diferente…

    porque así como tu hija, él es diferente. A su manera.

    Subes al auto y arrancas con dirección a la reserva aledaña a Nueva Orleans. A la aldea oculta entre el pantano.

    Desde la muerte de Olivia, la lluvia se había prolongado para ti ocho largos años, pero hoy… hoy parece que el sol por fin volverá a resplandecer entre las nubes.

    🖤👄💔

  • Nayeli Cortéscompartió una citahace 2 años
    Pero, ¿quién iba a sanarte a ti, Salvador?

    Todo el tiempo en el que estuviste inconsciente me quedé enrollado sobre

    tu pecho, escuchando el latido de tu herido corazón. Tú no habías nacido como uno de mis niños, pero juré que a partir de ahora, estaría siempre a tu lado.

    Cuando despertaste, nada había ya dentro de ti.

    ❤👄💔

  • Nayeli Cortéscompartió una citahace 2 años
    Me hubiese gustado mucho que entendieras que eras la mejor persona que podías ser con las condiciones con las que te había tratado la vida. Y eso era muy digno, por mucho que quisieras negarlo.
  • Nayeli Cortéscompartió una citahace 2 años
    Te sentaste por fin en tu silla y le quitaste el puño de la boca. Cuando ella volvió a metérselo, tomaste una nota mental para conseguirle un chupón.

    —Eres un dolor de cabeza, ¿sabes? —la reprendiste, pero ella sólo sonrió detrás de sus nudillos, con todo y los ojos mojados. Se veía tan cómoda allí otra vez, tan tibia que por un momento olvidaste la enorme caja de archivos sobre tu escritorio.

    Pensaste en que tal vez necesitarías un babero, otra manta para cuando se ensuciara ésa y ese horrible mameluco de hospital simplemente…

    Sacudiste la cabeza. No tenías por qué involucrarte más de la cuenta.

    🖤👄🖤

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