La mujer pierde no solo a su pareja, pierde toda su vida social, pierde su identidad como pareja. Deja mucho más que un solo vacío.
El 40 % de las personas padece una depresión luego de una ruptura amorosa con síntomas como insomnio, pensamientos recurrentes y afecta el sistema de defensas del cuerpo. Es un daño complejo que la afecta de múltiples maneras.
Es así como este libro también se podría titular:
Dejar ir;
Atravesar el duelo cuando se termina una relación;
Cómo superar un duelo por separación;
La historia de una mujer que atravesó su propio desierto;
Miedo al nuevo abandono;
Transforma tu dolor en tu fortaleza;
Si te hace llorar no te ama;
Te lastimó quien no sabe amar;
¿Cuántas noches tuviste que llorar para entender que no era para ti?
Tantos nombres que describen acertadamente la situación de desolación de las mujeres en duelo como la historia que encontrarás entre estas líneas de texto, experiencia real de una mujer que atravesó el proceso de duelo con las herramientas que brinda “El Acompañamiento Espiritual” en medio del dolor por separación del hombre que amaba. El personaje principal “Ana” atraviesa por varias etapas en el camino de la desesperanza para llegar al final más anhelado de “recuperar la alegría de vivir” en libertad para no seguir reteniendo a la persona que la ha abandonado físicamente y/o emocionalmente, permitiéndole soltar el miedo al rechazo, el volver a ser abandonada o puesta a un lado en próximas relaciones, ese espacio de encuentro con Dios le restituirá la confianza y la seguridad de ser amada por lo que es.
Este camino me gusta describirlo como un viaje en un tren con muchos vagones, en cuyo trayecto varias personas suben y bajan del vagón en el que viaja Ana en cada estación. Estas personas son amigos, parejas, familiares que la acompañarán en el viaje por una o varias estaciones, y en determinados momentos le dejarán una enseñanza para que continúe con su propio viaje.
Si podemos llegar a reconocer que, por imperiosa que sea la necesidad, con cada viaje hacia el recuerdo, con cada texto enviado, con cada segundo invertido en espiar al ex, estamos alimentando la adicción, profundizando el dolor emocional y complicando la recuperación.
