Bueno, pues ya los saludé, ya hablamos, ya nos veremos otra vez. Y cuiden de no andar noche en la calle, porque yo no respondo”.
Luego le dijo a Pepita que apagara las luces del corredor y del zagúan para poder salir.
Apenas se fue, y todos adquirieron sus movimientos.
–Hombre, qué buen susto nos ha dado –se decían–, yo creía que buscaba a uno de nosotros, decía alguno.