«Aquí abajo llamamos a eso cosa de locos, muchacho», comentó una voz.
Era una voz que Alan conocía. Pertenecía a aquel hijo de puta de categoría, al conductor del Toronado negro. A George Stark.
«Aquí abajo llamamos a esta tienda Terminal —continuó la voz—, porque es el lugar donde terminan todos los productos y servicios.»