Almudena Grandes

Castillos de cartón

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María José Sánchez trabaja de tasadora de arte en una casa madrileña de subastas. Un día recibe la llamada de un antiguo compañero y amante, Jaime González, anunciándole que su común amigo, Marcos Molina Schulz, se ha suicidado. La noticia no sólo devuelve a la narradora a su época de estudiante de Bellas Artes, cuando todavía soñaba con ser pintora, sino que le hace revivir la torrencial historia de amor que vivieron los tres cuando apenas tenía veinte años. Con la amarga emoción de lo que se siente irrecuperable, María José reconstruye los detalles de aquella pasión triangular, imposible y excesiva, la alegría desbordante con que exploraron el sexo, la intimidad sin tapujos recién estrenada, la entrega cómplice y excluyente a la pintura. Fueron destellos de una felicidad intensa, verdadera, que sólo acabaron ensombreciendo los celos de los amantes y la injusta negociación con el talento de los tres aprendices de artista.
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156 páginas impresas
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Citas

  • Cristinacompartió una citahace 3 años
    A partir de aquella mañana, siempre habría algo más, porque los suicidas se matan, pero nunca se mueren del todo. Sobreviven en la conciencia de quienes les sobreviven, y su amor es implacable, capaz de imponerse al tiempo y al espacio, tan poderoso que resucita las culpas olvidadas, el sufrimiento amortiguado, los errores que parecían haber caducado. Desde que Marcos murió, tengo veinte años todos los días, en algún momento de todos los días. Desde que Marcos murió, todos los días abro la carpeta, saco los dibujos, los miro, los toco, y me lamento. Desde que Marcos murió, todos los días comprendo que el resto de mi vida ha pasado en vano, que no ha vuelto a sucederme nada, que no he sabido hacer ninguna cosa bien sin ellos. Ésa ha sido su herencia, tal vez su venganza.
  • Cristinacompartió una citahace 3 años
    Era demasiado amor. Demasiado grande, demasiado complicado, demasiado confuso, y arriesgado, y fecundo, y doloroso. Tanto como yo podía dar, más del que me convenía. Por eso se rompió. No se agotó, no se acabó, no se murió, sólo se rompió, se vino abajo como una torre demasiado alta, como una apuesta demasiado alta, como una esperanza demasiado alta.
  • Cristinacompartió una citahace 3 años
    A nadie le ha costado menos trabajo vivir que a nosotros entonces, cuando estábamos juntos, y juntos éramos alegría.

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