Libros
Charlotte Roche

Zonas húmedas

Tras causarse una fisura anal por apurar su depilado íntimo, Helen, la adolescente protagonista de este relato-confesión, se encuentra en la unidad de Medicina Interna, y mientras espera analiza aquellas regiones de su cuerpo que la opinión biempensante suele considerar poco propias. Porque a Helen la mueve una indomable curiosidad por sus recovecos y orificios. En efecto, a la muchacha le gusta el sexo: en solitario o en pareja; por vía anal, oral y vaginal, menstruando o con chocolate… Y el lector se deja contagiar por la risa de esta antiheroína moderna, que elabora sus traumas infantiles con un lenguaje fresco y trufado de guindas poéticas. Una primera novela transgresora, equilibrada con humor e ironía, que ha encabezado durante meses los ránkings de venta alemanes y ha sido el primer libro del ámbito germano en alcanzar la cumbre de la lista mensual de best-sellers mundiales según Amazon, con más de un millón y medio de ejemplares vendidos y 25 traducciones. «Una incursión en los últimos tabúes de nuestra época» (Elsa Vigoureux, Nouvel Observateur); «Evoca la voz de Salinger en El guardián en el centeno, Crash y el ideario feminista de Germaine Greer en La mujer eunuco» (P. Oltermann, Granta).
193 páginas impresas
Publicación original
2009
Año de publicación
2009
Traductor
Richard Gross
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Opiniones

  • Laura Nocedacompartió su opiniónhace 2 meses
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  • Ximecompartió su opiniónhace 5 meses
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  • DDaudalagidcompartió su opiniónhace 2 años
    👍Me gustó
    😄Divertido

Citas

  • Ann Mintecompartió una citahace 2 años
    Hay cosas que si no se preguntan a tiempo ya no pueden preguntarse nunca.
  • Laura Nocedacompartió una citahace 2 meses
    Odio no poder valerme por mí misma. No poder bajar de un salto para recoger lo que sea. No me gusta depender de los demás. Hacer las cosas por tu cuenta es lo que mejor funciona. De quien más me fío es de mí misma. Por ejemplo, en lo de ponerme crema en la espalda. Pero también en los demás asuntos de la vida.
  • Laura Nocedacompartió una citahace 2 meses
    También era tarea suya ponerme crema en la espalda para protegerme del sol. En las partes que yo alcanzaba me la ponía yo misma. Éstas nunca se quemaron. En cambio la espalda, área de responsabilidad de mi padre, estaba siempre quemada. Cuando por las noches trataba de mirármela en el espejo, podía comprobar que papá había obrado con gran negligencia. Tenía en la piel un gran signo de interrogación blanco, todo el resto estaba rojo como un cangrejo. Por lo visto se echaba una pizca de crema en la mano, trazaba una S sobre mi espalda y listo. Yo me daba cuenta de que lo hacía muy deprisa.

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