No pienses, mira

ves y olvidas, vuelves a recordar

Otra confesión: creo muchísimo más en las exposiciones pequeñas que en las monumentales. Las pequeñas no pueden dar gato por liebre así como así, las máscaras pueden caer enseguida. Y cuando es buena, clásica, moderna o contemporánea, la expo menuda y concentrada permite enamorarte, que es lo que cuenta

Pongámoslo así: mirar un cuadro es fundar una relación íntima; una exposición es un ejercicio de ciudadanía cultural; un museo, un lugar para las dos cosas. ¿Qué más quieres?

, las calles de las artes visuales son más amplias que largas.

La de cosas que llegan a vivir dentro de ti, cuántas cosas encerradas en un rincón de la memoria, por eso debe de haber arte en el mundo, para desvelarlas

: mira el cuadro y descríbetelo en cada detalle. Dos: cierra los ojos y deja que aquello que has visto, que continúa en tu retina, te resuene por dentro. Tres: abre los ojos y vuelve a mirar el cuadro desde tu perspectiva interior y podrás ver si el cuadro dialoga con ella o no. No pienses, mira

Pensar después de mirar. La percepción antes que el juicio

En ese arte olvidado brilla el de las artistas, no es ningún descubrimiento audaz afirmarlo

los condicionantes que someten al espectador son la traba que le corresponde salvar para llegar a ver, y son unos cuantos: sus orígenes sociales y formación, el mercado, los museos, los historiadores, la crítica, los centros de formación de artistas, los coleccionistas, las revistas de arte y los magazines de moda, las redes sociales, la secta influenciadora, los comisarios de exposiciones, la Institución Arte en conjunto, conspiran contra tu lucha y la mía, espectadora, espectador, para mirar y ver. Pero no solo conspiran. También entrenan a mirar.

El cuadro lo hacemos nosotros, los que no lo hemos pintado y lo miramos, lo pintamos al mirarlo, al otorgarle atención, nuestros favores