En 1492 los judíos de Sefarad sufren un duro golpe al ser expulsados de su patria a causa de su religión. Atrás quedan los días de dicha, ahora un largo éxodo, plagado de dificultades, se presenta ante ellos. Pero su dignidad, su espíritu y el orgullo de su legado les acompañarán. Alba, apenas una adolescente, aunque de naturaleza combativa y de gran fortaleza moral, será, en este momento crucial, la depositaria de uno de los mayores tesoros de su pueblo, que quedará permanentemente albergado en su memoria. En una prosa sensible y lancinante, lo que se narra aquí es la historia de un desgarramiento: a la dolorosa peripecia relatada responde el transido sentir de la escritura. El pasado se hace extraordinariamente vívido hasta hallarse aquí mismo, en calles, callejas y parajes tangibles, bajo el pleno sol o en la alucinante claridad venteada y fantasmal de la persecución y la diáspora. Lucía Graves alcanza el logro esencial de la novela histórica: convertir el pasado en espejo del presente y transparentar, tras el presente, el rostro de un pasado sin máscaras.
