n un pequeño pueblo a orillas del canal de Kiel, una familia desaparece sin dejar rastro. Pronto, la casa abandonada se convierte en el epicentro de las preocupaciones de los vecinos; de Julia, de casi cuarenta años, recién instalada en el barrio y en tratamiento para quedar embarazada. De Astrid, la médica local, de poco más de sesenta años, preocupada por su anciana tía y por unas cartas amenazantes que llegan al buzón de casa. Y luego está el misterioso niño que aparece en el jardín de la familia desaparecida, dejando notas por debajo de la puerta.
Hay algo muy sutil acechando el supuesto bucolismo de este pueblo perdido en Alemania. Al principio permanece subcutáneo, un punto áspero en la suave fachada de la narración; luego, la atmósfera se vuelve enigmática, los vecinos se rodean unos a otros como extraños, y la búsqueda de una verdadera conexión humana se vuelve pulsante y necesaria. Todos encubren emociones, deseos y miedos, pero todos buscan, al mismo tiempo, un lugar, o una persona, en quien refugiarse.