«Me cuesta asimilar que, después de casi 30 años de democracia, nadie haya colocado un recuerdo, una lápida, en homenaje a aquellos más de trescientos alicantinos que perdieron la vida en el bombardeo del Mercado de Alicante, el 25 de mayo de 1938. Y me cuesta también comprender que no se haya escrito un solo libro sobre aquella pavorosa y terrible matanza indiscriminada, y que cuando se citan los momentos más trágicos de nuestra incivil contienda se omita este hecho.