Pär Lagerkvist

Barrabás – El verdugo – El enano

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  • Alancompartió una citahace 3 años
    Todo era ya un océano de fuego, hasta muy lejos, ¡hasta donde llegaba la vista! El mundo entero, sí, ¡el mundo entero estaba en llamas!
  • Alancompartió una citahace 3 años
    Entonces vagó solo a través de las tinieblas, en sus cavernas interiores y sus propias galerías de topo…
  • Alancompartió una citahace 3 años
    Respiraba penosamente, pues el aire caliente era sofocante, ardiente, febril. ¿O sería más bien él quien tenía fiebre y estaba enfermo, después de haber dejado que allí, bajo tierra, lo atrapara la muerte? ¡La muerte! La llevaba siempre adentro. Toda su vida la había tenido adentro. Lo perseguía en su propia alma, en sus retiros interiores y sus galerías de topo, llenándolo de espanto. Por viejo que fuera ahora, por poco apego que le tuviese a la vida, ese miedo seguía persiguiéndolo. Sin embargo, hubiera querido… no deseaba sino…

    No, no, ¡morir no! ¡Morir no!…
  • Alancompartió una citahace 3 años
    Oía el ruido de sus pasos en las piedras de la carretera. Aparte de eso, todo estaba en silencio, como si nada, excepto él, existiese en el mundo. Por todas partes lo envolvían las tinieblas. Ninguna luz, en ninguna parte. El espacio no tenía estrellas; todo estaba vacío y desierto.
  • Alancompartió una citahace 3 años
    Al volver por la Vía Apia a la ciudad, en plena noche, se sintió muy solo. No porque nadie caminara a su lado ni porque nadie fuera a su encuentro, sino porque estaba solo en la noche infinita que cubría toda la tierra, solo entre los vivos y entre los muertos. Siempre lo había estado, pero nunca lo había advertido como en aquel momento. Iba, como perdido en la noche, con su marchito rostro solitario marcado por la cicatriz que le había infligido su propio padre. Y en su viejo pecho gastado se hallaba suspendida, entre los pelos grises, la placa de esclavo, en que estaba tachado el nombre de Dios. Sí, estaba solo en el cielo y sobre la tierra.
  • Alancompartió una citahace 3 años
    No, ¡allí no había la menor luz! Ni allí ni en otra parte, ¡en ninguna parte! Sólo tinieblas glaciales en las que se encontraba solo, pues los cristianos no aparecían; allí no había, salvo él, ni un solo ser viviente. ¡Nada más que muertos!…

    ¡Muertos!… Se hallaba rodeado de muertos. En todas las direcciones, en todas las galerías y en todos los corredores, por lejos que fuera, no encontraría sino muertos. Y ahora, ¿cómo haría para salir? No tenía ni la menor idea del camino que debía tomar para escapar, para huir del reino de los muertos…
  • Alancompartió una citahace 3 años
    Tal vez se daba cuenta de que Barrabás había sido concebido y traído al mundo por el odio, un odio dirigido contra la creación entera en el cielo y en la tierra y contra el Creador del cielo y de la tierra.
  • Alancompartió una citahace 3 años
    Pero los de Barrabás nada reflejaban; tal vez estaban demasiado hundidos en las órbitas. Lo que veían pasaba delante de ellos como si no les concerniera. En verdad, ya no se interesaba por las cosas de este mundo. Todo le era indiferente. Así al menos lo creía.
  • Alancompartió una citahace 3 años
    Pero en realidad el amo no había tenido tal intención, si bien no se había preocupado de impartir órdenes contrarias. Y entonces, para mayor seguridad, los verdugos trabajaron como siempre. Ignoraban por qué crimen se había condenado al esclavo y poco les importaba. Se limitaban a la tarea corriente.

    La banalidad del mal. La fuente de todo autoritarismo.

  • Alancompartió una citahace 3 años
    —Yo no tengo Dios —contestó por fin Barrabás, en voz tan baja que apenas se le podía oír. Pero Sahak y el romano lo oyeron, y Sahak le dirigió una mirada tan desesperada, tan llena de dolorosa estupefacción por aquellas palabras increíbles, que Barrabás, a pesar de no haber afrontado semejante mirada, se sintió traspasado hasta lo más hondo del ser.
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