nen poderes telepáticos débiles. Los mensajes que son capaces de transmitir y recibir son casi tan monótonos como la canción de Mercurio. Tienen solos dos mensajes posibles. El primero es una respuesta automática al segundo, y el segundo una respuesta automática al primero.
El primero es: «Aquí estoy, aquí estoy, aquí estoy».
El segundo es: «Me alegro de que estés, me alegro de que estés, me alegro de que estés».
Hay una última característica de las criaturas que no ha sido explicada por motivos utilitarios: parecen disponerse siguiendo un modelo sobre las paredes fosforescentes.
Aunque ciegas e indiferentes a la contemplación de quien quiera que sea, suelen disponerse de manera de formar un diseño regular y deslumbrante de diamantes amarillo junquillo y aguamarina vivido. El amarillo procede de las paredes desnudas de la caverna. El aguamarina es la luz de las paredes filtrada por los cuerpos de las criaturas.
Por su amor a la música y su complacencia en desplegarse al servicio de la belleza, los terráqueos dan un nombre encantador a las criaturas.
Las llaman harmoniums.
Unk y Boaz iban a aterrizar en el lado oscuro de Mercurio, a setenta y nueve días terrestres de Marte. No sabían que el planeta en que estaban aterrizando era Mercurio.