Él explica que con el paso de los años los honguitos le fueron enseñando cada vez más cosas; ahí, en la “velada”, le fueron diciendo qué se iba a necesitar, las palabras
que debía decir, la forma como debía curar. Ahí le dijeron todo eso; si iba a “leer” las velas, el copal, con huevos, maicitos, o sólo con honguitos.