—Así es como yo lo veo —dijo ella, alejándose para examinar su mirada seria—. No gozamos del lujo del tiempo. Y un matrimonio con un reino extranjero, con sus contratos y distancias, más los meses que toma levantar y enviar un ejército… no disponemos de ese tiempo. Sólo tenemos el ahora. Y lo que no necesito es un marido que intente entrar en un constante duelo conmigo, o a quien voy a tener que encerrar en algún lugar por su propia seguridad, o que se esconderá en una esquina cuando me despierte con llamas a mi alrededor —besó su pecho tatuado de nuevo, justo por encima de su poderoso y latiente corazón—. Esto, Rowan, esto es todo lo que necesito. Tan solo esto.