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Pedro Urvi

La Reina Turquesa

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  • Aelinacompartió una citahace 2 años
    —¿Y ahora qué? —preguntó Astrid mirando hacia el subsuelo.

    —Ahora bajamos y nos cargamos al hechicero —dijo Viggo.

    —No será sencillo —les advirtió Eicewald.

    Viggo sacó sus tres parejas de cuchillos y los limpió con cuidado.

    —Pan comido —dijo con su habitual frialdad y confianza y un destello letal en sus ojos.
  • Aelinacompartió una citahace 2 años
    se te ocurra intentar besar a Ingrid aprovechando la niebla, que seguro que me besas a mí —le dijo Astrid a Viggo entre risas.

    —¡Qué buena idea! —exclamó Viggo.

    —¡Como lo intentes te juro que cuando lleguemos a tierra firme te cuelgo de un árbol bocabajo y te dejo allí para que te pudras! —amenazó Ingrid.
  • Aelinacompartió una citahace 2 años
    —Con toda esta conversación se me está pasando el miedo que la bruma me produce —reconoció Gerd.

    —Me alegro, grandullón —le dijo Viggo y se oyó una fuerte palmada en la espalda.

    —¡Auuu! —exclamó Lasgol.

    —Oh, perdona, he visto una sombra y pensaba que era Gerd. Le he dado con ganas.

    —Ya, con buenas ganas —protestó Lasgol
  • Aelinacompartió una citahace 2 años
    —Pues qué bien —protestó Viggo—. Esto cada vez se pone mejor. Casi nos morimos de aburrimiento y ahora moriremos de “brumitis cegadora”.

    —¡Deja de decir tonterías, cabeza de chorlito! —le gruñó Ingrid.

    —No me ves, pero te estoy guiñando un ojo —le dijo él con tono provocador.
  • Aelinacompartió una citahace 2 años
    Menos mal, estaba tan aburrido que estaba pensando en cortejar a la rubita solo para hacer mi vida más interesante.

    —Más corta, quieres decir —le dijo Ingrid entrecerrando los ojos.

    —Lo uno y lo otro —le sonrió Viggo.
  • Aelinacompartió una citahace 2 años
    «¡Saltan sobre el mar!».

    «Son delfines. Son unos animales preciosos y dicen que muy listos» le explicaba Lasgol.

    «Yo también listo».

    «Sí, tú también lo eres, nadie dice que no, pero dicen que, de todos los animales, los delfines son de los más inteligentes».

    «Entonces no cazar».

    «Exacto. Nunca se debe cazar delfines».

    «¿Poder tener uno?».

    «No».

    Ona gimió lastimera. Ella también quería tener un delfín.

    Lasgol no podía creérselo. Se llevó la palma de la mano a la frente y negó con fuerza.

    «No podemos tener un delfín. No es un animal que uno pueda tener, tienen que ser libres y surcar los mares con otros delfines».

    «Yo querer un delfín».

    Ona se unió a la petición con otro gemido.

    «Sois de lo que no hay».
  • Aelinacompartió una citahace 2 años
    Lasgol observaba el mar infinito y su inalcanzable belleza azul con Ona a su lado y Camu subido a la cabeza de dragón. Astrid se les acercó.

    —Una belleza —comentó Lasgol al sentir su presencia a su lado.

    —¿El mar? Lo es sí. Infinito y precioso.

    —No, me refería a ti —le sonrió él.
  • Aelinacompartió una citahace 2 años
    Viggo apareció a la espalda de Olsen.

    —Bonita espada y daga, dignas de un noble del interior, desde luego no de un pirata de los mares —dijo casualmente.

    —¿Qué está pasando aquí? ¡Magia! ¿Has sido tú?

    —¿Yo? No, para nada. ¿Magia? Sí, eso podría ser —dijo Viggo que vio cómo algo empujaba la vela hacia dentro y se imaginó quién era—. Hay cosas que el ojo humano no ve, pero están ahí.
  • Aelinacompartió una citahace 2 años
    Ingrid luchaba como una auténtica guerrera Norghana. Había dejado el arco y ahora peleaba con cuchillo y hacha corta. Soltaba tajos, golpes, patadas y puñetazos con una fuerza y contundencia tremendas. Los piratas al ver que era una mujer la menospreciaban y se burlaban de ella. Craso error. Ingrid, con fuego en los ojos y furia en el corazón les hacía pagar sus desprecios con sus vidas. Luego sonreía según pasaba sobre sus cuerpos.
  • Aelinacompartió una citahace 2 años
    Los piratas no son como los soldados con los que estáis acostumbrados a luchar. Son mucho más aguerridos, pelean siempre sucio y explotan cualquier ventaja.

    —Entonces como yo, nada de lo que tenga que preocuparme —murmulló Viggo.
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