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Libros
Elaine Vilar Madruga

El cielo de la selva

La selva marca la pauta: las mujeres deben parir y criar a sus hijos para volverlos el alimento de la selva. Y la selva es “un dios hambriento como todos los dioses del mundo”. Quienes viven en las inmediaciones de ese ente insondable, aceptan le pacto: el tributo es el costo de sobrevivir. Elaine Vilar evoca a Medea para plantear un universo implacable en el que las mujeres pueden dar vida, pero el mundo externo las devora. ¿Acaso la naturaleza tiene una noción de justicia? Esta magnífica obra es una alegoría sobre eso y sobre la maternidad y los cuerpos de la mujer. También lo es sobre los ritos y la cosmogonía selvática. Terror polifónico, una escritura salvaje que esconde la puerta indetectable del miedo. Cada paso, cada pisada, se escucha en este libro. Y hay tantas selvas como miedos.
260 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2024
Año de publicación
2024
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Opiniones

  • Carolinacompartió su opiniónhace 7 meses
    👍Me gustó
    🔮Profundo
    🎯Justo en el blanco
    🚀Adictivo

    Que increíble novela, macabra, cruel, bellamente grotesca como lo es la vida aquí representada por la selva y como destruye a la mujer desde que es madre y engendra a su hija, me encantó!

  • gonzalo ortegacompartió su opiniónhace 2 meses

    Todo gira en torno a la selva. La vida es un subproducto de la selva. Todos los cuerpos respiran gracias al oxígeno que les entrega la selva, luego se los quita.

  • Claudia Clementecompartió su opiniónhace 2 meses
    👍Me gustó
    💀Espeluznante
    🔮Profundo

    De esos libros que quieres volver a (re)leer como si fuera la primera vez ✨🖤🦋

Citas

  • ESMEcompartió una citahace 2 meses
    se viene a morir, a la vida me refiero, y a la selva también
  • Griscompartió una citahace 3 meses
    La naturaleza de la muerte es una para todos, es un idioma común de las especies.
  • Sol Ríoscompartió una citahace 5 horas
    Despertó angustiada en la soledad de los pasillos de la hacienda, asqueada del mundo que había sido, asqueada de sus recuerdos y de sí misma, y por un momento tuvo ganas de que le fallara la mente o el corazón, que le doliera el pecho y le crujiera hasta que el esternón se le rajara.

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