En la luz de cielo azul espejado, de hierbas de campo, del cantar del río y de las risas de los manantiales, nace con el espíritu romancero Leonardo para abrigar el corazón de Mirela en la ciudad de Abancay. Ella, joven natural de Piura, de sonrisa angelical, brillo especial y sensibilidad social, en sueños y suspiros, se entrega a su amado en medio de la fecundidad y riqueza natural de la ciudad capital de Apurímac. Ambos protagonizaron distintas escenas amorosas, narrados con calor y entrega. Leonardo y Mirela representan un modelo de amor ideal, un amor noble y honesto que deja semillas eternas de las que brotan otras plantas que provocan tiernas historias edificantes de todas las pléyades juveniles.
