En cuanto a nosotros, cuando vemos a profesores salidos de no se sabe qué “comité de vigilancia ciudadana” llegar a lloriquear en 20-Heures que se ha quemado su escuela, recordamos cuántas veces lo habíamos soñado de niños. Cuando escuchamos a un intelectual de izquierdas eructar sobre la barbarie de las bandas juveniles que increpan a los transeúntes en la calle, roban los escaparates, incendian los coches y juegan al gato y el ratón con los CRS, recordamos lo que se decía de los gamberros en los años 1960 o, mejor, de los apaches de la “Belle Époque”: “Bajo el nombre genérico de apaches —escribe un juez del tribunal de la Seine en 1907—, está de moda llamar desde hace algunos años a todos los individuos peligrosos, pandillas de reincidentes, enemigos de la sociedad, sin patria ni familia, desertores de todas las tareas, prestos a los golpes de mano más audaces, a cualquier atentado contra las personas o las propiedades”.