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José Soto Chica

El águila y los cuervos

  • Carlos Vasquezcompartió una citahace 10 meses
    Todo lo anterior nos muestra que la restauración del poderío romano lograda por Flavio Constancio hacia el 418 fue una empresa titánica, pero también evidencia que se hizo a costa de la seguridad de las fronteras, de donde se retiraron más y más tropas para cubrir las filas de los ejércitos de campaña y, con ello, claro está, se entró en una espiral endemoniada: las fronteras estaban abiertas a los invasores, los invasores devastaban las provincias, el gobierno central tenía entonces que reducir los impuestos de las provincias –debido a la penuria que provocaban las devastaciones de los bárbaros–, esto se traducía en menos oro y menos oro significaba menos soldados y así hasta el colapso final.
  • Carlos Vasquezcompartió una citahace 10 meses
    Así que mientras que en el Occidente dividido entre Máximo y Valentiniano II ninguno de ellos lograba ligar a sus intereses el apoyo ni de las élites, ni del pueblo, ni del partido religioso hegemónico, Teodosio sí lo conseguía y con ello se fortalecía enormemente frente a sus «colegas y rivales».
  • Carlos Vasquezcompartió una citael año pasado
    Los atacotes, los Athach Tuatha en gaélico, «los sometidos», un oscuro pueblo vasallo de las tribus gaélicas irlandesas que en la segunda mitad del siglo III se había alzado contra sus dominadores y huido al sur de Caledonia (sur de Escocia) y que mantenía costumbres tan salvajes como la antropofagia ritual y la posesión en común de las mujeres, se había aliado con los pictos, tan fieros como ellos y famosos por cubrir sus rostros y cuerpos con intrincados tatuajes azules, así como con los gaélicos escotos de Hibernia. La confederación norteña desbordó el Muro de Adriano y, en connivencia o no, con los piratas francos y sajones del norte de Germania, puso en jaque al ejército romano desplegado en Britania.
  • Carlos Vasquezcompartió una citael año pasado
    Como veremos más adelante, Oriente fue capaz de dotarse de una organización y de una estabilidad política que limitaron el ansia de oportunidades de sus élites militares y civiles, mientras que Occidente no pudo detener, sino todo lo contrario, el retumbar de los cornos de la guerra civil.
  • Carlos Vasquezcompartió una citael año pasado
    ¿Por qué esta exagerada tendencia de las élites romanas del siglo IV a la rebelión y a la guerra civil? Pues porque en un Estado imperial en donde la sucesión no estaba ni reglada, ni pactada, y en donde el acceso al poder estaba por completo sujeto a la voluntad del emperador, cualquier cambio en la jefatura del Imperio traía consigo no solo peligros, sino también nuevas oportunidades. La insaciable búsqueda de estas últimas era un peligroso motor de cambio.
  • Carlos Vasquezcompartió una citael año pasado
    En todos los casos anteriores se demostró la realidad más contundente y menos visible del Imperio romano: que, en última instancia, dependía de la buena voluntad y colaboración de las élites regionales y locales para poder controlar y gobernar de forma efectiva un territorio tan extenso.
  • Carlos Vasquezcompartió una citael año pasado
    Ya señalé otras dos cuestiones fundamentales: el cada vez mayor desapego de las élites hacia el poder central y el acaparamiento de poder en manos de un solo alto mando del ejército occidental: el magister peditum in praesentis.
  • Carlos Vasquezcompartió una citael año pasado
    Aunque es cierto que las fuentes recogen casos de dificultades en la recluta, por ejemplo los de los famosos múreos, esto es, mutilados que se cortaban los pulgares para librarse de ser enrolados, y que la legislación de Valentiniano y Valente (364-378) está llena de durísimos castigos contra los que trataban de evadir su alistamiento, lo cierto es que hay que sopesar que dichos casos se dieron sobre todo en Italia y que en lugares como las Galias, Iliria, Tracia o Asia Menor, esto es, en los verdaderos semilleros de reclutas para el ejército romano del siglo IV, nunca tales problemas se volvieron sistémicos
  • Carlos Vasquezcompartió una citael año pasado
    Ese era el verdadero problema: el sistema impositivo romano del siglo IV estaba diseñado para sostener al Imperio en situaciones de normalidad política y económica y, a partir del 350, esas situaciones, a causa de las guerras civiles y del fracaso militar frente a los bárbaros y persas, se fueron volviendo cada vez menos frecuentes y obligaron al Estado a llevar a cabo exacciones extraordinarias, apresuradas y desmesuradas.
  • Carlos Vasquezcompartió una citael año pasado
    Es interesante resaltar que esta expansión agrícola se producía a través de particulares, de la iniciativa privada y siguiendo la demanda del mercado. Al contrario que imperios más modernos, como el británico, que restringían o fomentaban monocultivos como el algodón para los textiles o la caña de azúcar, el Imperio romano fue poco intervencionista en agricultura.
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