En todo caso, una interacción argumentativa no sólo preserva la dinámica discursiva de una conversación, viva o congelada en un texto, sino que envuelve una confrontación dialéctica —digamos en honor de esta venerable tradición—, y un conjunto de valores y normas: el juego de la argumentación no es un juego de meras declaraciones, sino de razones y justificaciones más o menos tácitas o expresas.