No te aflijas por nada, preséntalo todo a Dios en oración, pídele y dale gracia. Así Dios te dará su paz, que es más grande de todo lo que el hombre puede comprender; y esa paz guardará tu corazón y tus pensamientos.
Vive alegre por la esperanza que tienes; soporta los sufrimientos; no dejes nunca de orar.