Si el hombre necesita tal dios y reconoce a ése dios, entonces está adorando una entidad que ha inventado un cerebro humano. Por lo tanto, ESTÁ ADORANDO AL HOMBRE QUE INVENTÓ A DIOS. ¿No es más sensato adorar un dios que él, él mismo, ha creado, conforme a sus propias necesidades emocionales— uno que represente mejor su propio ser físico y carnal que tiene la idea y el poder de inventar un dios en primer lugar?.
Si el hombre insiste en exteriorizar su propio ser verdadero en la forma de «Dios», entonces ¿por qué temer a su propio ser, al temer a «Dios» —por qué alabar su propio ser alabando a «Dios»?— ¿Por qué permanecer por fuera de Dios PARA PODER INMISCUIRSE EN RITUALES Y CEREMONIAS RELIGIOSAS EN SU NOMBRE?