Hablamos de las ataduras de los cánones estéticos,
hablamos de las exigencias sociales por el hecho de ser mujeres,
hablamos del tabú de la regla, de la violencia machista
que a todas nos había herido de alguna manera.
Lloramos, nos abrazamos y nos aconsejamos.
Hablamos por primera vez de feminismo.
Y una de ellas habló del nombre del paraguas
que abarca todas estas violencias: el patriarcado,
y por fin supe que aquella bestia invisible que me había
atormentado durante toda mi vida era real
y no solo me había intentado destruir
y controlar a mí,
sino a todas.