Gilles Clément

El jardín en movimiento

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  • Alejandro Romerocompartió una citahace 3 años
    Para cambiar de jardines, hay que cambiar de leyenda
  • Alejandro Romerocompartió una citahace 3 años
    Siempre han existido los SUELOS BALDÍOS. La historia los denuncia como una pérdida de poder del hombre sobre la naturaleza. ¿Y si los mirásemos de otro modo? ¿No serían ellos las páginas en blanco que necesitamos
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    “Hacer lo máximo posible a favor, lo mínimo posible en contra”: el principio que plantea el “jardín en movimiento” se convierte en filosofía para el “jardín planetario”. ¿Puede trasladarse la actitud del jardinero —su economía— a la vida del ciudadano en su marco ordinario? ¿Es legítimo abordar el planeta como se aborda un jardín?
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    Cuando hablan de este lugar, muchos usuarios evocan su infancia. La referencia no es, por lo tanto, el terreno baldío en tanto que espacio social resultante del abandono, sino un lugar susceptible de aceptar un espíritu nuevo y vagabundo.4 El regreso al lugar (para los que no son vecinos) suele hacerse con el pretexto de profundizar en el conocimiento del jardín, ya sea desde el punto de vista de la botánica o de las referencias simbólicas.
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    Las plantas vivaces gigantes son más altas que una pesona. Construyen trozos de muro en los suelos baldíos del verano. Desaparecen en otoño descubriendo nuevos claros. Multiplican por un tiempo las facetas del jardín laberinto. Constituyen uno de los elementos esenciales de la distorsión del espacio. Y, de este modo, prolongan el viaje.
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    El vagabundeo de las bienales
    Hay toda una serie de plantas que no acaban de gustar, y no porque no parezcan bellas, sino porque siempre aparecen allí donde no se las espera.
    Escapan al proyecto. Aparecen y proliferan, no se las puede controlar. El viento, los pájaros, las patas de los perros y las suelas con clavos las dispersan. Su estatus es ambiguo, une la oportunidad al deseo, y asocia a la vez las leyes del azar a aquellas, más frágiles, del determinismo.
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    Se percibe la diferencia en cuanto se ha pasado la máquina (el cortacésped, la cosechadora, la desbrozadora de lama o de hilo, la guadaña, la podadora, etc.): el lugar se convierte inmediatamente en otro jardín. Cuanto más rápidos son los ciclos biológicos, tanto más numerosas son las especies y más frecuentes las modificaciones del jardín.

    Antes caminábamos por sitios por donde ahora ya no podemos pasar, y viceversa. El término “movimiento” está justificado por la perpetua modificación de los espacios de circulación y de vegetación; gestionar este movimiento justifica el término jardín.
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    “Solo en el vacío, afirma, reside lo verdaderamente esencial. Hallaréis, pues, la realidad de una habitación, no en el techo y en las paredes, sino en el espacio que esas entidades limitan. La utilidad de un botijo reside en el hueco que contiene el agua, no en la forma de la vasija o en la arcilla de que el alfarero la moldeó. El vacío es todopoderoso, porque puede contenerlo todo. Únicamente en el vacío es posible el movimiento”.1

    Lao Tse, citado por Kakuzo Okakura, El libro del té.
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    Es posible, sin duda, llamar ‘jardín’ a ciertos suelos baldíos, pero nadie espera que así sea. Los suelos baldíos son esencialmente dinámicos. Es un término difícil de traducir a otras lenguas.6 El único equivalente es “terreno abandonado”.

    El abandono de un suelo es, efectivamente, una condición esencial para que se desencadene el proceso que conduce a que una tierra, con anterioridad dedicada al monocultivo, reciba de forma progresiva decenas y decenas de especies diferentes, dentro de un orden conocido.
  • Juliana Jaramillocompartió una citahace 3 años
    Casi siempre, el término baldío se aplica a un terreno que ha dejado de ser cultivado o a uno que podría cultivarse. No se usa este término para designar las laderas salvajes, los prados abruptos de alta montaña, los terrenos previos a las dunas atestados de cardos o ningún otro entorno llamado “natural”. Lo “baldío” excluye a la vez a la naturaleza y a la agricultura, deja entender que podría hacerse más.
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