herencia, aparte de nuestras instituciones políticas, consta solamente del método científico y la tradición judeocristiana, como si no debiéramos nada a la filosofía griega o a otros aspectos de la civilización antigua, medieval o primitiva moderna, o como si la “tradición judeocristiana” misma, una tradición muy compleja y diversificada, no derivara muchos de sus elementos de la filosofía griega