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Saki

Tobermory

  • R Güemescompartió una citael mes pasado
    Con una suerte de pudor, Saki da un tono de trivialidad a relatos cuya íntima trama es amarga y cruel. Esa delicadeza, esa levedad, esa ausencia de énfasis puede recordar las deliciosas comedias de Wilde»
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Ya sabes que los gatos tienen siete vidas —dijo jovialmente sir Wilfrid.
    —Es posible —respondió Tobermory—, pero solo un hígado
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Supongo que no creerás que me he divertido el último cuarto de hora, ¿verdad? —dijo lady Blemley con aspereza—. Mi marido y yo tenemos mucho cariño a Tobermory (por lo menos hasta que se le enseñó ese horrible don), pero ahora, por supuesto, la única solución es eliminarlo lo antes posible.
    —Podemos poner un poco de estrictina en las sobras que le dan para cenar —dijo sir Wilfrid—, y yo mismo ahogaré a la gata del establo
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    ¿Podía Tobermory enseñar su peligroso don a otros gatos? Esa era la primera pregunta que debía responder
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Tobermory puede hablar nuestra lengua con toda corrección
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Pruebe a experimentar con las vacas de granja, que están controladas como es debido —dijo la señora Cornett—, o con los elefantes del jardín zoológico. Dicen que son extremadamente inteligentes, y tienen la ventaja de que no trepan hasta nuestros dormitorios ni se meten debajo de las sillas, por ejemplo
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Tras la desaparición de su alumno más aventajado, Cornelius Appin se vio abrumado por un torrente de ácidos reproches, preguntas angustiadas y temerosas súplicas. Él era el responsable de
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    Tobermory había sido el alumno más brillante de Appin, y estaba destinado a quedar sin sucesor. Unas semanas más tarde, un elefante del zoo de Dresde, que hasta entonces no había dado muestras de irritabilidad, se soltó y mató a un inglés que al parecer lo había estado incordiando. El apellido de la víctima apareció en los periódicos como Oppin y Eppelin, pero su nombre (Cornelius) se transcribió fielmente.
    —Si estaba intentando enseñar los verbos irregulares alemanes al pobre animal —dijo Clovis—, se ganó su merecido
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    ¿Qué opinas de la inteligencia humana? —preguntó sin convicción Mavis Pellington.
    —¿La de de quién en particular? —dijo fríamente Tobermory
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citael año pasado
    —¿Y qué me dices de tus correrías con la gatita de los establos, eh?
    En el mismo momento en que lo dijo todos se dieron cuenta de que había metido la pata.
    —Estas cuestiones no se suelen discutir en público —dijo gélidamente Tobermory—. Por lo que he podido observar de su comportamiento en esta casa, supongo que usted encontraría inapropiado que yo llevara la conversación a sus asuntillos personales
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