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Libros
Sara Stridsberg

La antártida del amor

  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 3 meses
    No grites —susurra, y tiene la cara impenetrable como una estatua de mármol y no hay nada que me asuste tanto como esa serenidad. Precisamente ellos, los serenos y los que nunca se enfadan, son los peligrosos, eso lo he aprendido en la calle, ellos son los que hacen cosas horribles en secreto.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 4 meses
    Por eso es tan difícil recordar, porque toda la experiencia viene hecha trozos. Así ha sido siempre. Nunca obtenemos una imagen completa del mundo, nunca una imagen entera.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 4 meses
    Se había abierto una grieta imposible de cerrar de nuevo, y a través de esa grieta no entraba nada de luz, solo una oscuridad absoluta.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 4 meses
    Muerta o viva, no importaba. Ya estaba muerta, llevaba muerta mucho tiempo, como un cortejo fúnebre deambulábamos por Estocolmo mis amigos y yo.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 4 meses
    Si entonces me hubiera dicho la verdad, que nunca más iba a volver a la ciudad, que iba a estrangularme en aquel estrecho tramo umbroso de la playa, ¿me habría bajado del coche
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 4 meses
    En lugar de responder a su pregunta, la miró como si fuera idiota. Y desde luego que lo era, no cabía sino estar de acuerdo. Se convirtió en algo así como una prisionera de ese miedo. Llevaba años arreglándoselas sin él y ahora se había dejado aprisionar de nuevo. Si él desaparecía, ella se tiraría por la ventana
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 4 meses
    —Pero nunca jamás tuve miedo estando contigo, Shane.
    Guarda silencio un instante, antes de que la voz vuelva a mí:
    —Pues yo siempre tenía miedo cuando estaba contigo. ¿No lo entiendes?
    —Siempre voy a tener miedo de mí mismo cuando esté cerca de ti —dijo Shane
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 4 meses
    Este era el lugar en que iba a morir, este era el ventanal hacia la eternidad, el agujero por el que caería para salir del mundo. Estaba deseando oír el ruido de la tapa del ataúd sobre mí y que todo quedara por fin en silencio. Ni pájaros ni cielo ni luz ni salida alguna.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 4 meses
    Tal vez él también buscara un milagro, una liberación, algún tipo de gracia. Necesitaba a alguien como yo, había estado buscando a una chica que ya no sintiera miedo, que no temiera nada en el mundo más que el amor, más que la salvación. «Pobre criatura», volvió a decir. No creo que en ese momento tuviera la menor intención de hacerme daño, pero cuando me volví a mirar por la ventanilla no había asfalto, no había arcén, no había señales, solo la autovía que se agrietaba detrás de nosotros y se hundía en aberturas gigantescas en el suelo, como si nunca hubiera habido allí ninguna carretera por la que hubiéramos llegado en coche.
  • Dianela Villicaña Denacompartió una citahace 4 meses
    Yo deseaba de verdad que algo me ganara la batalla, pero eso no sucedió, la voluntad de vivir seguía latiendo dentro de mí como un reloj de eternidad aterrador. Y así es como al final uno empieza a esperar a un cazador.
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