En La fragmentada memoria —asegura Luis Lorente— coinciden, de manera transparente y muy espontánea, varias virtudes para acercarnos al difícil milagro de la poesía: su plenitud, su arte, el aire que requiere independencia para que sola pueda caminar por la vida. En los poemas que escribe Yanira Marimón se manifiesta un espíritu inquieto, delicadísimo, con el cual es capaz de lograr la consumación de imágenes relucientes a través de un lenguaje exento de vacilaciones y torpezas, un lenguaje nervioso pero en calma, como el mar con el que ella se encuentra y dialoga todos los días de su vida, allá en Matanzas.