Moira Fowley-Doyle

El libro de hechizos de lo perdido y lo encontrado

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Una oscura noche de tormenta, Olive y su mejor amiga, Rose, se percatan de que han comenzado a extraviar cosas, cosas pequeñas, sin importancia, como broches para el cabello o joyería de fantasía; sin embargo, pronto se hace evidente que Rose ha perdido algo de verdadero valor, y ella no parece lista para hablar del asunto. Olive siente a su mejor amiga cada vez más distante. Las cosas se complican cuando Ivy, Hazel y Rowan, un misterioso y alocado trío de jóvenes entran en escena; juntos descubrirán un libro mágico que saca a flote los secretos y recupera las cosas que hemos perdido. Todo aquello hace al grupo pensar sobre su verdadera identidad, y los invita a una reflexión mayor: quizás algunos secretos deban permanecer ocultos.
Este libro no está disponible por el momento.
310 páginas impresas
Publicación original
2017
Año de publicación
2017
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Opiniones

  • b7316418672compartió su opiniónhace 7 años
    🚀Adictivo

    Quisiera seguir leyendo!

Citas

  • procompartió una citahace 3 años
    je.

    Esta cosa era la fiesta de verano del pueblo. Se celebra cada año, en mayo. Hasta la medianoche está lleno de chiquillos hiperazucarados, peligrosamente relleno
  • catalina creelcompartió una citahace 4 años
    Pero la verdad es que siempre estamos perdiendo algo. Cada día caen cabellos de nuestros flecos; recortamos nuestras uñas; mudamos de piel. Todos estamos hechos de eso: de anhelo, de pertenencia y de todas las cosas que perdemos en el camino.
  • catalina creelcompartió una citahace 4 años
    No lo necesitas —responde Ivy—. Hay hechizos por todas partes. Tú lanzas cien por semana sin darte cuenta.
    —Te aseguro —digo— que no hago tal cosa.
    —Tocar madera —dice Ivy.
    —Superstición —respondo.
    Los otros miran con desconcierto como si estuviéramos dando un espectáculo.
    —Es un hechizo —insiste Ivy—. Dices: Salud cuando alguien estornuda. Eso es un hechizo.
    Pongo los ojos en blanco.
    —Es un asunto de cortesía.
    —Bebes té de jengibre con limón y miel antes de un resfriado. Tomas un baño cuando te sientes tensa.
    —Ivy… —digo, pero ella no ha terminado todavía.
    —Tus padres están casados, ¿verdad? Decir: Acepto es un hechizo mágico. Son sólo palabras como cualquier otra palabra, pero cuando se dicen en medio de un ritual, con intención, son parte de un hechizo. Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, algo azul. Cuando eligieron para ti un nombre, fue un hechizo. Cuando te dejaban cortar flores y guardar hojas secas, era un hechizo. Tus muñecas cobraban vida por tus hechizos. Tu amiga imaginaria. Tus sueños. La forma en que escribes tus iniciales y las de alguien más dentro de un corazón por todos lados en tus libretas. ¿Qué es eso, sino un hechizo de amor?
    Ya ni siquiera intento detenerla, pero no puedo evitar imaginar el anillo de Claddagh de mi madre, la colección de cosas como talismanes que están encima de mi cama, las palabras escritas en nuestros brazos con marcador.
    —Lanzas hechizos todos los días. Tu maquillaje es glamour mágico. Ocultar y resaltar. La ropa que eliges para que tus piernas se vean más largas, tu cintura más delgada. El rojo que usas para sentirte segura, el negro cuando estás triste, el azul para la claridad. Tu sostén favorito. Tus calcetas de la suerte. La forma en que te tomas una hora para arreglar tu cabello. Es un ritual. Nunca se trata sólo de ropa, o maquillaje, o peinados desordenados perfectos. Se trata de magia.

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