Négar Djavadi

Desoriental

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  • María Pellicercompartió una citael año pasado
    Anna tiene una cara diferente y exótica. Una cara de otoño, de fuego de chimenea, de queso de corteza dura, de pan con cereales, de bosques sombríos, de niebla, de botas de
  • María Pellicercompartió una citael año pasado
    es el drama del exilio. Las cosas, como los seres, existen pero hay que hacer como si estuvieran muertos
  • María Pellicercompartió una citael año pasado
    aventureros o padres que habían partido a vivir al otro lado del mundo. Me reinventaba según mis humores, la intensidad de la luz o los vasos de cerveza tragados, asombrada de constatar hasta qué punto un mismo individuo puede ser considerado de forma diferente según la historia en la que decida inscribirse. Me convertí en brasileña o argentina, pero también en húngara, tadjik o franco vietnamita. Como Tío Número 2, descubría que una dosis de ficción hacía más soportable la realidad.
    Los cabellos de Anna están hechos para su cara.
    Si los vi antes de verla en su totalidad, si de inmediato la asocié a las diosas del rock, fue porque están en armonía total con lo que ella es. La blancura de su piel, el azul claro de sus ojos, su nariz recta y protestante, su boca ligeramente disimétrica, como el trazo sobre la eñe española. Anna tiene una cara diferente y exótica. Una cara de otoño, de fuego de chimenea, de queso de corteza dura, de pan con cereales, de bosques sombríos, de niebla, de botas de lluvia, de impermeables amarillos, de pasteles de canela y de cena a las seis de la tarde
  • María Pellicercompartió una citael año pasado
    Casi treinta y cinco años más tarde, un hecho me sorprende todavía: la rapidez con la que Francia eliminó de su memoria el hecho de haber acogido a Jomeini, silenciando su parte de responsabilidad en los acontecimientos que siguieron.23
  • María Pellicercompartió una citael año pasado
    ada día, al comienzo de la tarde, sin decir palabra, dejaba el apartamento para recorrer bulevares y calles, con la gorra en la cabeza y las manos unidas detrás de la espalda, sin sentarse jamás en un banco o entrar en un bar. Todo lo que quería era estar solo. Solo con la inmensidad de su soledad, con el flujo de sus pensamientos, con todo lo que hubiera debido ser y no era. Se impuso ese régimen hasta su muerte, perdió dieciocho kilos y dejó de fumar de repente.
  • María Pellicercompartió una citael año pasado
    Más que un deseo de estar con esa chica, tenía ganas de ser esa chica.
  • María Pellicercompartió una citael año pasado
    Estoy contenta de que haya muerto de esa manera. Al matarlo lo sacaron del silencio en el que lo habían hundido. Todavía hoy repito regularmente esta frase como un mantra para ayudarme a aceptarlo.
  • María Pellicercompartió una citael año pasado
    inglés se había vuelto mi lengua, pragmática y reducida a su primera función: comunicar. Nadie a mi alrededor tenía el acento necesario, un vocabulario rico, una construcción gramatical perfecta. Hablábamos desde una posición en la que las identidades carecían de importancia.
  • María Pellicercompartió una citael año pasado
    brazo de lleno el punk y el pospunk. John Lydon, Ari Up, Ian Curtis, Joe Strummer, Peter Murphy, Siouxsie, Martin L. Gore. Su música llena cada agujero, afectivo, intelectual, cavado en mi vida. Se convierte en mi pan cotidiano, mi salvavidas. Porque pone el mundo en su lugar y destroza su hermosa apariencia. Porque huele a rabia, a transpiración, a huelgas, a barrios obreros, a revueltas, a pólvora. Porque denuncia la hipocresía del poder y destruye las certezas, las afirmaciones sociales, las afirmaciones ideológicas que creen explicarnos cómo gira el mundo. Porque está hecha para que la gente como vosotros miréis a la gente como yo.
  • ILucompartió una citael año pasado
    Escuché una vez a una de mis primas decir que el único acto positivo del régimen islámico era matar a todos los homosexuales. Se podría imaginar que la persona que dice estas cosas está poco educada o bien es muy religiosa. Y sin embargo… instruida, cultivada, reivindicándose laica, mi prima forma parte de esa clase muy acomodada que vive en Irán, organiza veladas muy frecuentadas, conoce cineastas a la moda y viaja varias veces por año a Europa y los Estados Unidos para hacer compras y ofrecerse algunos meses de libertad, sin prohibiciones ni velo, fumando cigarrillos mentolados y bebiendo alcohol en las terrazas
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