Tal vez digas: “Pero yo he dado mi promesa, ¿debo retractarla?” Te contesto: Si has hecho una promesa contraria a las Escrituras, por lo que más quieras, retráctate de ella sin dilación, y en humildad delante de Dios, arrepiéntete de la infatuación que te indujo a hacer una promesa tan temeraria.