No puedes dejarme. ¿Lo entiendes? —Acunándome la cara me inclinó hacia atrás y me besó con ímpetu. Su voz era feroz. Su mirada, todavía más feroz. Abrasó la mía, con una expresión enfadada, angustiada y temerosa—. No puedes hacer esto sola. Si te refugias en tu mente, en tu magia, te seguiré, Lou. —Me sacudió ligeramente, y vi que las lágrimas brillaban en esos ojos asustados—. Te seguiré a esa oscuridad y te traeré de vuelta. ¿Me oyes? Donde tú vayas, yo iré.