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Libros
Inés Rando

Ser desierto

¿Cuántas formas existen de dibujar un oasis en el desierto? ¿Cuántas hojas de palma abiertas, cuántas ramas secas confundiéndose en el paisaje? La poesía es un refugio / donde adentro siempre llueve, sentencia la voz que fuga en este libro. La voz fuga, sí: como en la preciosa raíz antigua del verbo, intenta en ráfagas de luz y noche demorada, espantar un mal que presiente propio. Un mal invisible ante el día de lxs otrxs, es un espejo partido en la propia lengua. En su filo, se adivina la puerta secreta: las palabras enhebran hojas y flores, en capas frágiles.¿Será suficiente?¿Es un resguardo en el tiempo, visitarse en la desmesura del pasado, medir con la boca del corazón la herida? En el latido la huella habla, conjura el mal y trae las nubes. Llueve, sí, llueve. El caudal del cielo se desboca. Las gotas humedecen la madera y el pasto arrasado. Hay viento. Agua en el refugio. Llueve, sí, llueve. Pero llueve en el desierto. Y ese es un principio.
12 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Anosluz Editora
Publicación original
2020
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Opiniones

  • Yalid Vargascompartió su opiniónhace 8 meses
    👍Me gustó
    🔮Profundo

  • Hugo Cervantes Florescompartió su opiniónhace 2 años
    👍Me gustó
    💧Prepárate para llorar

  • Florencia Záratecompartió su opiniónhace 4 años
    👍Me gustó

Citas

  • Yalid Vargascompartió una citahace 8 meses
    TODO LO QUE ME QUEDA
    TIENE QUE VER CON VOS
    todo lo que me queda
    tiene que ver con vos
    y pienso destruirlo
  • Yalid Vargascompartió una citahace 8 meses
    es que la poesía es un refugio
    donde adentro siempre llueve
  • Yalid Vargascompartió una citahace 8 meses
    en esas épocas en las que solo entendía
    que mamá y papá no se querían
    y que yo era una chica más callada y ordenada que los demás.
    Hoy vine al mercado de San Telmo en busca de botones.
    En busca de pedacitos de pasado.
    Quería decirte
    que vine a refugiarme
    entre ropa vieja y costureros y botones ajenos
    porque la historia arrasa
    y las voces son lo primero que se pierde,
    los mates dulces y tibios.
    Quería decirte que crecí tanto que ahora los tomo amargos
    —como la vida, dirás—
    y más bien calientes.
    Que vine acá porque es tan poco el amor
    que la carencia se va comiendo todo.
    Sigo siendo más callada que los demás.
    Sigo callándome cosas, queriendo de más para adentro.
    Y no puedo evitar acordarme, abuela, cuando dijiste
    que te caía mejor mi hermana
    porque ella era graciosa y hablaba mucho
    y yo no te contesté porque era callada
    pero observaba todo
    y esa fue la primera vez
    que no supieron leerme
    que me rompieron el corazón
    eligiendo a otra

En las estanterías

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