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Dubravka Ugrešić

Baba Yagá puso un huevo

  • Fernandocompartió una citahace 2 años
    Las palabras de los diagnósticos médicos eran largas, amenazadoras y «feas»
  • Añita Piñacompartió una citael mes pasado
    Yo solo he entreabierto la puerta y le he permitido arañar apenas la punta de un enorme iceberg. Y el iceberg son millones y millones de mujeres sobre las que, desde siempre, ha descansado y aún descansa este mundo. Ahora hablo su misma lengua, espero haber sido lo suficientemente gráfica. Estoy segura de que leyendo «Baba Yagá para principiantes» se le ha escapado un detalle: en muchos cuentos, Baba Yagá duerme con una espada debajo de la almohada. ¡En el texto de la autora hemos encontrado toda clase de cosas, pero en ningún sitio se menciona la espada!
  • Añita Piñacompartió una citael mes pasado
    Los mitos antiguos (y otros) se propalaron por el mundo, se contaminaron con el cristianismo y sus mitos, con las tradiciones anteriores al cristianismo y las tradiciones mitológicas rituales del folclore, y de esta imaginación secular, laberíntica, fértil, profundamente misógina pero también catártica nació Baba Yagá.
  • Añita Piñacompartió una citael mes pasado
    Baba Yagá es una «disidente», una marginada, solitaria, «una solterona», un espantajo, una perdedora, pero no está sola ni aislada. Tiene numerosas hermanas no solo en los mitos y tradiciones del folclore ritual eslavo, sino también en los de muchos otros lugares.
  • Añita Piñacompartió una citael mes pasado
    La principal razón de la exclusión de Baba Yagá reside en su vejez. Ella es una «disidente», pero solo en el sistema de valores que hemos creado, en otras palabras: nosotros la hemos obligado a excluirse. Baba Yagá no vive la vida: la sufre. Es una virgen vieja que sirve como una pantalla para la proyección de las fantasías masculinas (castradoras) y femeninas (autocastigadoras). Nosotros le hemos arrebatado la posibilidad de realizarse en todos los niveles y la hemos dejado en posesión de algunos trucos para asustar a los niños. La hemos empujado a los confines del bosque, a lo más hondo de nuestro subconsciente, hemos inventado una muñeca simbólica y le hemos asignado un lapot simbólico[44]. Baba Yagá es una mujer subrogante, una sustituta, está aquí para envejecer en nuestro lugar, para que la castiguen a ella en vez de a nosotros. Su drama es el drama de la vejez; su historia es la historia de la exclusión, de la expulsión forzosa, de la invisibilidad, de la marginación brutal. En este punto, nuestro propio miedo actúa como un ácido que disuelve el drama real humano en una comedieta grotesca. La comedieta, es cierto, no tiene obligatoriamente un matiz negativo: al contrario, en principio afirma la vitalidad humana y la victoria momentánea sobre la muerte
  • Añita Piñacompartió una citael mes pasado
    Traducido a un lenguaje más moderno, Baba Yagá es una «disidente» marginada, solitaria, «una solterona», un espanto, un viejo espantajo, una perdedora. Nunca se ha casado y, según parece, no tiene amigos. Los nombres de sus amantes, si es que los ha tenido, son desconocidos. No le gustan los niños, no es una madre abnegada ni, pese a su avanzada edad, se ha convertido en una abuela rodeada de nietos queridos. Ni siquiera es una buena cocinera. Su función es clave y marginal a la vez: «corteses» o «rudos», los héroes se detienen delante de su isba, comen, beben, usan su baño de vapor, se aprovechan de sus consejos, aceptan los obsequios mágicos que los ayudarán a llegar a su objetivo y desaparecen. Ninguno de ellos volvió con un ramo de flores y una caja de bombones a darle las gracias.
  • Añita Piñacompartió una citael mes pasado
    Su carácter depende de la tradición oral, de numerosos narradores anónimos, hombres o mujeres, que lo han construido agregándole anexos durante décadas. Ella es una obra colectiva y un espejo colectivo. Su biografía empieza en tiempos mejores, cuando era la Mujer de Oro, la Gran Diosa, la Madre Tierra, Mokosh. Con el tránsito al patriarcado, perdió el poder y se convirtió en un espantapájaros marginado que todavía domina algún que otro truco. Baba Yagá hoy languidece encogida en su isba como un feto en el útero materno o como un cadáver en el ataúd.
  • Añita Piñacompartió una citael mes pasado
    Repetimos: Baba Yagá es una bruja, pero no pertenece al clan de las brujas; puede ser buena y mala; es madre, pero también la asesina de sus hijas; es mujer, pero no tiene ni nunca ha tenido marido; ayuda, pero también fragua conjuras; está excomulgada de la comunidad humana, pero se comunica con la gente; es guerrera, pero también ama de casa; es un «muerto», pero también un ser vivo; asa a los niños pequeños en el horno, pero al final la que acaba asada es ella; vuela, pero al mismo tiempo está clavada a la tierra; es «episódica», pero también una parada clave en el camino del héroe hacia la felicidad (la de él o la de ella).
  • Añita Piñacompartió una citael mes pasado
    Algo similar sucede con Baba Yagá. También su historia ha ido de boca en boca, ha pasado por muchos oídos, durante cientos de años. Aunque los narradores (y más tarde los investigadores) la han golpeado con sus bastones interpretativos, no han conseguido sacar a la superficie todos sus «nombres». Sin olvidarnos del hecho de que ella misma es un poco misógina, lo cierto es que Baba Yagá era y es objeto de una misoginia atroz: la han golpeado, la han ahogado, quemado en la hoguera, la han marcado con un hierro candente, le han clavado clavos, cortado la cabeza, la han traspasado con espadas, le han forjado la lengua en el yunque, la han asado en el horno, la han insultado bárbaramente en los cuentos de hadas, en los cantares de gesta, en las chastushkas, en las canciones populares rusas y en las canciones infantiles picarescas[43].
  • Añita Piñacompartió una citael mes pasado
    En uno de los más bellos relatos románticos rusos, «La pluma de Finist, el halcón resplandeciente», la doncella le pide al padre que le compre una pluma de Finist, el halcón resplandeciente. Al cabo de tres intentos, el padre por fin consigue la pluma y se la regala a la hija en una caja. Cuando la caja se abre, una pluma sale volando, se posa en el suelo y ante la muchacha aparece un apuesto zarévich. La chica y el zarévich se encuentran todas las noches hasta que las hermanas de ella se enteran y hieren al enamorado. El halcón desaparece y la doncella sale en su busca, tiene que atravesar treinta países en treinta reinos, desgastando tres pares de zapatos de hierro y tres bastones también de hierro. Por el camino, tres Baba Yagás, tres brujas buenas, le regalan objetos mágicos: una rueca de plata y un huso de oro, un plato de plata y un huevo de oro, un bastidor de oro y una aguja. Al final, la doncella encuentra su amada pluma, y con ella a su enamorado, y se casa con él.
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