El Príncipe de la Niebla

Y nada tiene tanta fuerza como una promesa»…

Max había leído alguna vez en uno de los libros de su padre que ciertas imágenes de la infancia se quedan grabadas en el álbum de la mente como fotografías, como escenarios a los que, no importa el tiempo que pase, uno siempre vuelve y recuerda. Max comprendió el sentido de aquellas palabras la primera vez que vio el mar.

El tiempo no existe, por eso no hay que perderlo.

La diversión es como el láudano; nos eleva de la miseria y el dolor, aunque sólo fugazmente

En el primero, uno ni siquiera piensa que envejecerá, ni que el tiempo pasa ni que, desde el primer día, cuando nacemos, caminamos hacia un único fin. Pasada la primera juventud, empieza el segundo período, en el que uno se da cuenta de la fragilidad de la propia vida y lo que en un principio es una simple inquietud va creciendo en el interior como un mar de dudas e incertidumbres que te acompañan durante el resto de tus días. Por último, al final de la vida, se abre el tercer período, el de la aceptación de la realidad y, consecuentemente, la resignación y la espera.

Los malos recuerdos te persiguen sin necesidad de l evarlos contigo contestó Maximilian Carver .

Max había leído alguna vez en uno de los libros de su padre que ciertas imágenes de la
infancia se quedan grabadas en el álbum de la mente como fotografías, como escenarios a los que, no importa el tiempo que pase, uno siempre vuelve y recuerda.